sábado, 19 de julio de 2025

Espanto





Detonación del artefacto Jack Aeby



En el Condado de Socorro, Nuevo México, quedan Oscuro, Tularosa y Jornada del Muerto, nombres no exentos de cierto aire de western clásico, menos hollywoodense y más italiano - inolvidable Sergio Leone…-

Es todo paisaje de desierto, seguramente de vida áspera, de gente pegada de lo que fue quedando de una tierra que alguna sintió suya.

Por este tiempo, hace ochenta años, esos pobladores despertaron estremecidos.

Era poco menos de las cinco y media de la mañana, cuando todo cambió para siempre.

La prueba Trinity del proyecto Manhattan, la detonación del primer explosivo nuclear de la historia, que corroboró el éxito de los esfuerzos de la física teórica por convertirse en realidad fáctica, abrió un capítulo nuevo y pasó la vida al canal rápido de circulación.

Ya, seguramente, habrá fallecido la inmensa mayoría de esas víctimas anónimas de la prueba nuclear, convalecientes de horrorosos padecimientos radioactivos, aunque los intentos de que el olvido los borre no hayan tenido éxito y siga gente trabajando por mantener la memoria.

Ciertamente cambió el mundo, y la Espada de Damocles dejó de ser. Ahora, podríamos hablar de la Ojiva de quién sabe quién.

Todo esto, para mí, traduce, con harta literalidad, el significado de espanto.

Es una era de espanto, preñada de miedos viscerales que han alterado hasta el sueño, y han instaurado el reino de algo que decidieron llamar estrés, pero que no es otra cosa que una elevada angustia colectiva, un miedo instalado en la propia entraña de la especie.

Y, entonces, apareció el egoísmo, perfectamente disfrazado de instinto de supervivencia, de necesidad de preservación, a toda costa.

Por estos días la noticia me captó. 

Se sembró en mí, sin que haya podido despegarla, a pesar de tanto esfuerzo.

Una declaración del presidente de Francia, una de las siete naciones con comprobado poderío nuclear, sentenció que "para que seamos libres en este mundo es necesario que nos teman y que, para ser temidos, tenemos que ser poderosos". (Julio 13, 2025, en la víspera del día de La Bastilla,  reseñada por la BBC, según mi traducción libre desde el inglés).

Y es verdad, en estos tiempos dislocados, la lógica del poderío de la fuerza bruta, que nos envuelve en la vorágine antropófaga, sugiere la validez de que para sobrevivir nos tenemos que amenazar de muerte.

Creo que se trata de la locura, y me pregunto, para cerrar esta catarsis: ¿No hubiera sido mejor, luego de atestiguar la tragedia de haber desatado los demonios atómicos, invertir todo en educarnos para la paz y la tolerancia mutua, que seguir armándonos “para que nos teman”?

Ahí lo dejo.

3 comentarios:

  1. El miedo, ha sido, desde el inicio de los tiempos una manera de ejercer control por lo tanto a mi entender no habría espacio para la libertad. La humanidad se ha hecho más sofisticada en sus instrumentos para amedrentar y controlar; y mientras las guerras sirvan a las economías, el camino de la paz no es opción :(. .

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  2. Primo como siempre de mucho interes tus articulos. Te felicito. Rafa

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  3. ¡Excelente, Carlos! Me trajo a la memoria una pintada de pared, de esas que se veían en nuestros años mozos, por allá a finales de los ochenta, y contemporánea a las pruebas nucleares francesas, que decía "A Chirac no le gusta el pescado frito".

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