martes, 8 de mayo de 2018

¿Votar?

La mesa de los amigos, en un restorán disminuido, como tantas cosas en el correr de estos días...
Entre cervezas se cuela la conversa sabrosa de quienes vienen jalando vida y coincidencias desde hace décadas. Cualquiera que observara la escena desde distancia vería cinco viejos compartiendo...
De achaques hasta nietos, de todo circula por la mesa. Los temas saltan y se sobreponen y se da una atmósfera mágica que permite que se hable de todo al mismo tiempo.
Alguien, uno de esos amigos dispara desde la silla a mi lado: ¿Vas a votar?
Cambia el tono de la mesa, y el jolgorio desordenado, se transforma en una serie de disertaciones que ameritan otra ronda.
Lo clave, dice alguien, es entender que votar es un deber ciudadano y una necesidad impostergable, que si los políticos no están haciendo bien su parte, esa será su responsabilidad ante la sociedad y la historia, pero eso no nos excusa del deber cívico.
Otros hablan de condiciones desventajosas y trampas "cantadas". ¿Para que ir si ya sabemos lo que pasará? y, más allá, si ya la mitad del mundo desconoció el fraude electoral, ¿por qué validarlo con nuestro voto?
En ese momento, lo confieso, me sentí realmente confundido, sin saber hacia dónde dirigir mi opinión. Dije: no se, tengo que pensarlo más.
Y eso llevo haciendo toda una semana. Esa conversación entre viejos amigos, me ha llevado a recorrer opiniones y enfrentamientos de todas clases.
En algún punto encontré el elemento clave, que me sacó de dudas.
Me di cuenta de que todo esto es una distracción que no debemos permitirnos, a riesgo de pagar precios demasiado altos para la conciencia ciudadana.
Que, por arte de enredos, no se si espontáneos o cuidadosamente diseñados, estamos metidos en una discusión árida. Que dejamos de distinguir el objetivo primordial que debe ocupar a esa porción del país que se ubicó en la oposición a este gobierno de pesadilla.
Me vino claro: el único objetivo de esta etapa, la prioridad absoluta, debe ser salir de este gobierno.
En este momento, lo que está sobre la mesa es un candidato opositor.
No discutiré aquí si bueno o malo, o que tan oportuno. Simplemente, un candidato.
Una opción para salir de lo que existe ahora.
Esa es la prioridad. La mía, por lo menos.
Ese almuerzo de amigos me trajo claridad.
Ya se en que estaré ocupado el veinte de mayo.