viernes, 20 de diciembre de 2019

Vargas 1999


Por estos días se cumplieron 20 años de lo que se terminó conociendo como "la tragedia de Vargas". 
Un momento duro, que puso a prueba muchos aspectos de nuestra venezolanidad y, sin duda alguna, removió las fibras emocionales de todos en el país.
Unos días después de los sucesos, fui al Litoral, saqué el requerido salvoconducto y rodé hasta la población de Anare, cerca de Los Caracas, al oriente de La Guaira. Me acompañaron uno de mis hermanos y dos queridos primos, sobrevivientes de esa tragedia.
Fuimos a verlo todo. 
Recorrimos la devastación mediando pocas palabras, sumidos en un silencio pesado, sobrecogidos por la magnitud de aquel espanto repetido kilómetro tras kilómetro.
No siempre la naturaleza es gentil y amable. 
A veces, como en ese momento hace veinte años, nos gruñe y ataca sin piedad para mostrarnos nuestra fragilidad y destronar la altivez con la que podemos tratarla, encumbrados en las torres altísimas que hemos construído para separarnos de ella, olvidando, por obra de nuestra soberbia, que las bases de esas torres reposan en su vientre.
Tiempo después grabé este testimonio con lo que me marcó de la travesía...