sábado, 18 de julio de 2020

Caracas, hacia un nuevo aniversario...

Pienso en las ciudades como en seres vivos.
Me atrevo a afirmar que tienen alma.
Los habitantes jugamos con ellas un extraño juego de espejos.
Reflejan las calidades y las miserias de nuestros temperamentos,
y nos las devuelven desde sus espacios para mostrarnos lo que vamos siendo.
Caracas ha sido fiel portadora de los caraqueños y nosotros fieles reflejos de ella.
Viéndola desde mi balcón, recostada a la cordillera, aún joven, percibo su tristeza.
Es la salobre tristeza de los abandonados del amor,
de quienes quedaron varados en una estación sin nombre,
y parecen desahuciados, perdida la esperanza del próximo tren…
Veo transeúntes indiferentes, ensimismados.
Veo fantasmas deambulando grises, prisioneros de angustias inenarrables.
Veo parques abandonados y edificios contrahechos.
Veo vallas que pregonan falsedad.
Creo que será necesario que vengan nuevos cantores
a renovar con trovas un amor que parece perdido,
a mostrar que no hay olvido
y que el abandono fue solo un accidente pasajero,
un viento de infortunios que irán pasando
hasta disolverse como los malos recuerdos.
Volveremos a encalar sus muros y desalojaremos la ignominia.
Volveremos a nutrir sus resplandores.
Es solo cuestión de tiempo…