martes, 25 de julio de 2017

Caracas 450



Llega Caracas a 450 años. Fundada como una villa modesta en la ladera sur del cerro Ávila.
En algún momento alumbró como una prometedora urbe, que parecía destinada a ocupar un sitial privilegiado entre las capitales latinoamericanas, favorecida por el flujo de los dólares petroleros, la particular confluencia de los más talentosos arquitectos, urbanistas y artistas, que vinieron de todas partes a depositar ofrendas en este valle, cuya naturaleza es, a fin de cuentas, la mayor de todas sus fortunas.
Caracas es mi ciudad. Pude recorrerla por los extremos de mi tiempo, desde San Bernardino hasta El Marqués, por el norte; y hasta sus confines del sur, en los Prados del Este, ya en los límites con la Ciudad Satélite de La Trinidad. Todo eso desdibujado por el avance inexorable del proceso humano que da sentido a las ciudades. ¿Hasta dónde llegará hoy Caracas?
Diariamente oigo resonar sus vísceras y se que Caracas está enferma. Cuando la recorro, veo los signos de sus múltiples dolencias y no puedo menos que condolerme de su padecer, que planteará desafíos formidables a los especialistas que están por venir, para rescatarla de la arremetida de barbarie enardecida que la asola ya por décadas.
Seguirá. Quiero soñarla esplendorosa y cívica. Radiante y alegre, consciente de su relevancia histórica, alimentada por el orgullo de sus habitantes.
Caracas, mi ciudad. Enferma y adolorida; altiva y orgullosa combatiente de tiranías. 
Hoy le rindo homenaje. Es su día.