sábado, 21 de abril de 2018

Culposo


La idea viene dando vueltas, posándose brevemente y volando de nuevo, distrayéndose con el tráfago de los días. 
Pero vuelve, insistente, buscando su destino en estas letras que, ahora, parece que se ocuparán de liberarla.
Es que las noticias rodean nuestro quehacer con tanto infortunio: niños que mueren, violentos que atropellan a gente indefensa, ladrones de cualquier calaña, automóviles lisiados, monedas desahuciadas; tanto, tanto infortunio indebido, inmerecido.
Crecí en la idea de la responsabilidad. En la de que cada quien debe hacerse cargo de las consecuencias de sus actos; que nadie puede eludir lo que sus decisiones le vayan trayendo. Al final, esas consecuencias vendrán a tocar tu puerta.
Mi país navega aguas turbias y va quedando relegado en el concierto del mundo occidental, que también suena un tanto desafinado por estos días...
No hay consuelo, ni excusa. Las aguas se salieron de madre y quién sabe cuándo se encauzarán de nuevo.
Creo que cuando todas las trágicas consecuencias de este tiempo aciago, toquen a la puerta de quienes tomaron las decisiones que trajeron al país a esta incierta desembocadura, tendrán ellos que abrirles para reconocer su indolencia en los ojos cansados, seguramente tristes y, ojalá no, ávidos por devolver el golpe.