lunes, 29 de julio de 2024

Legitimidad y sostenibilidad - 29/07/24 -


Amanece el país enrarecido; un humo tóxico, un viento frío envuelve todo con la emoción del pesar.Desde afuera, el observador desprevenido pensaría que es un aire de lamentos, pero se equivocaría.

Pesar tiene que haber en una mañana como esta para Venezuela, despojada de un triunfo cuya contundencia sacudió todos sus rincones y desbordó sus fronteras, resonando en el mundo, como latidos de un corazón de renacidos.


Lamento no, sin embargo.


Porque la gente sabe a dónde quiere llegar y sabe, también, que transita la vía que lleva hacia allá, por más accidentado que sea el camino.


El zarpazo institucional, uno más entre muchos, quizás el último de un régimen en evidente descomposición, se da en un contexto diferente, que solo quienes duermen embriagados por la soberbia del poder fatuo no pueden ver.


Y es que en los procesos socio políticos del poder no se puede separar la noción de legitimidad de la de sostenibilidad.


El poder ilegítimo no se sostiene.


Lo que pasó el 28 de julio fue ilegítimo.


La legitimidad tiene dos elementos inseparables: su formalidad, que es la estructura legal que la debe sostener, de manera que al reconocer ese andamiaje, todos aceptemos su validez; y su contenido, el fondo donde se pueden encontrar los fundamentos y los propósitos e intenciones de los actos del poder.


Es un desacierto creer que la gente no lee o no ve esas dos caras.


Si el poder amaña la legalidad y busca proteger sus argucias con los recursos de la fuerza, llega un momento en que las personas canalizan el miedo y se lanzan por sus conquistas sin frenarse por él.


Ese miedo que alguna vez les impidió la movilización, pasa ahora a ser combustible para el desplazamiento hacia lo que se quiere lograr.


Es peor cuando, además, los regímenes ya no pueden ocultar sus apetencias sectarias y quedan desnudas sus motivaciones, desconectadas ahora de cualquier intención de bien común.


La gente lo ve.


Y es lo que hace que ese zarpazo pueda ser el último, más parecido a un estertor fatal.


No es sostenible.


El clamor de la gente oprimida pero decidida por el cambio bramará abiertamente y la inconformidad frente a la inquina del poder ilegítimo, constituido sobre la farsa y la trampa retumbará con mayor intensidad que los estampidos de disparos imprudentes.


Es tiempo de alumbramiento, y sabemos que los partos vienen con dolor.


Pero también sabemos que traen luz y promesas de alegrías renovadas, y que no es posible postergar cuando toca parir.


Habrá luz.