domingo, 26 de septiembre de 2021

"Mutti" Merkel



La ambición es un atributo que nutre la orientación al logro. 

Es, quizás, la conexión más poderosa entre el ser y el hacer. 

Angela Merkel es un excelente ejemplo de ello.

Habría que imaginar a la hija de un pastor luterano en un pueblecito de la Alemania del este, la que se denominó democrática, creciendo en casa humilde impregnada de valores, seguramente forjados en las reciedumbres de la cotidianidad dura y en los vestigios muy recientes de una guerra mundial que dejó al mundo dividido y polarizado, lleno de heridas sin cerrar.

Su transitar por los requisitos de una sociedad que apostaba a las vanguardias y que consideraba que el camino de los excelentes estaba pavimentado con las prácticas soviéticas. 


Crecer bajo la égida de la seguridad del estado...


En ese entorno se doctoró, y adquirió estatus en su comunidad de científicos.


Y yo quiero suponer que ese tiempo también le asentó el carácter y le reveló el secreto de que los acuerdos, las conciliaciones y las reconciliaciones, son los caminos más cortos para la convivencia y la paz, o para la estabilidad...


Creo que se trata de una de las figuras de mayor relevancia mundial en el primer cuarto del siglo XXI. 


Creo que estaríamos en un mundo diferente, y muy probablemente más complicado, si ella no hubiese estado presente en los innumerables conciliábulos en que su criterio y sus artes persuasivas marcaron la diferencia en decisiones que afectaron la marcha del planeta.


Hoy marca el fin de una era. 


Por propia voluntad inicia su incorporación a la vida común, despojándose de los atributos supremos del poder del país más fuerte de Europa. 


Un acto de humildad que sigue proyectando sus atributos.


Esperemos que su ejemplo de gran estadista siga prevaleciendo.


"Se me considera una constante causante de retrasos algunas veces, pero pienso que es esencial y extremadamente importante incorporar a la gente y escucharla en sus conversaciones políticas"  Angela Merkel.