Pienso en las ciudades como en seres vivos.
Me atrevo a afirmar que tienen alma.
Los habitantes jugamos con ellas un extraño juego de espejos.
Reflejan las calidades y las miserias de nuestros temperamentos,
y nos las devuelven desde sus espacios para mostrarnos lo que vamos siendo.
Caracas ha sido fiel portadora de los caraqueños y nosotros fieles reflejos de ella.
Viéndola desde mi balcón, recostada a la cordillera, aún joven, percibo su tristeza.
Es la salobre tristeza de los abandonados del amor,
de quienes quedaron varados en una estación sin nombre,
y parecen desahuciados, perdida la esperanza del próximo tren…
Veo transeúntes indiferentes, ensimismados.
Veo fantasmas deambulando grises, prisioneros de angustias inenarrables.
Veo parques abandonados y edificios contrahechos.
Veo vallas que pregonan falsedad.
Creo que será necesario que vengan nuevos cantores
a renovar con trovas un amor que parece perdido,
a mostrar que no hay olvido
y que el abandono fue solo un accidente pasajero,
un viento de infortunios que irán pasando
hasta disolverse como los malos recuerdos.
Volveremos a encalar sus muros y desalojaremos la ignominia.
Volveremos a nutrir sus resplandores.
Es solo cuestión de tiempo…
Que así sea hermano. Se extraña esa Venezuela prospera y alegre en donde nacimos muchos.
ResponderEliminarAsi es ...es solo cuestion de tiempo...alli estaremos!Un abrazo!
ResponderEliminarAgradezco el optimismo de tu reciente escrito en Hojas Sueltas, confiando en que esa visión generosa se torne en realidades. Saludos.
ResponderEliminarTe leo con la certeza de tu buen ojo y la tristeza en los míos por ese amor caraqueño compartido. Un abrazo.
ResponderEliminarCarlos muy bueno recordar el aniversario nuestra ciudad. Saludos, siempre te sigo.
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