martes, 30 de abril de 2024

IDEOLOGÍA

Antonio Berni. Manifestación. 1934

Entiendo la ideología como un cuerpo estructurado de ideas que se organizan para reflejar de la manera más amplia posible las creencias de un grupo de personas que persiguen resolver sus asuntos existenciales mediante su aplicación práctica.

Por eso pretende la toma del poder.

Para lograr sus fines la ideología tiene que ser seductora, tiene que apelar convincentemente a las emociones y conmovernos visceralmente.


Adicionalmente, tiene que convencer en los terrenos de la racionalidad, tiene que desarrollar conceptos que se revistan de una validez sustentada en los fundamentos de la lógica y es aquí donde parte aguas con la religión, que puede admitir vuelos más allá de ella.


El tercer componente fundamental es la cualidad orgánica. 


La ideología necesita cuerpos regulativos que la preserven y le permitan evolucionar según cambien los entornos en que se desenvuelve en procura de alcanzar o de sostenerse en el poder.


Occidente ha basado su cultura sobre dos pilares básicos: el de la religión y el de la ideología.


Pareciera que no logra concebir la vida sin arreglo a estos dos parámetros; todo parece regirse desde ellos.


En el caso de la ideología el problema aparece cuando se corrompen sus principios y se trastocan sus intenciones para satisfacer, no ya a las multitudes de seguidores sino a las camarillas que las conducen.


En vez de evolucionar para responder adecuadamente a las exigencias planteadas por los nuevos tiempos, los conceptos se cambian para acomodarse según la conveniencia de los dirigentes de turno, deformando la noción de los ideólogos, que ahora pasan a ser rústicos alfareros de muros de contención del progreso de la humanidad. 


Seres anquilosados que solo viven para justificarse en sí mismos, sordos a las reclamaciones de las grandes mayorías militantes.


Creo que ese es el momento trágico de la ideología. 


Cuando se desconectan dirigencia y militancia.


Ya no vale de nada la invocación de creencias iniciales, muchas de las cuales han perdido vigencia real, por la transformación del mundo y la aparición de cosas nuevas que provocan miradas distintas de los fenómenos.


Es un momento aciago para ella y para su dirigencia, que enfrenta el dilema de recurrir a la violencia para preservarse, o ceder espacio para la consideración del saber que se renueva.


Casi siempre prevalece lo primero y se desemboca en períodos de calamidades que marcan negativamente a las sociedades y causan heridas hondas, difíciles de cicatrizar.


Es recomendable mirar ese espejo periódicamente.

sábado, 20 de abril de 2024

Hechos y deshechos

 


I

Una vez me enteré de que Rómulo Betancourt en conversación con su amigo Germán Carrera Damas le planteó una pregunta que seguramente venía rondado en sus pensamientos desde hacía tiempo.

Me aventuro a plantear que esa pregunta era para Betancourt un atrevimiento que requería vencer pudores de hombre público para mostrar la intimidad inevitable en el hombre privado. 

Una especie de apertura del alma.

Según refirió el Doctor Carrera, Rómulo le inquirió sobre su opinión, basada en su incuestionable autoridad como estudioso y profundo analista de la Historia de Venezuela, en cuanto a si él, Betancourt, podría ser considerado como un personaje histórico.

Confiesa Carrera Damas que el planteamiento le llevó a meditaciones y consultas, a investigaciones historiográficas sobre la vida de este personaje, sin duda tan importante en el devenir venezolano y latinoamericano de esos tiempos, para tratar de ofrecer una respuesta apropiada y justa a su amigo.

Sus conclusiones fueron a parar, como tanto de la lucidez de Carrera, a un libro que no pudo titular de otra manera: Rómulo histórico.


II

Creo que esa inquietud refleja claramente uno de los rasgos más característicos del político verdadero, de quien se entrega totalmente a la búsqueda del poder para volcar su quehacer a atender las necesidades de la sociedad en que vive, conciliando los infinitos intereses contrapuestos que pugnan por prevalecer por encima del bien común.

Intuimos que es una tarea titánica.

El rasgo al que me refiero es la ambición.

Me parece que todo político verdadero es ambicioso de trascendencia, porque “pasar a la historia” es la única remuneración válida para un oficio tan ingrato.

No cabe duda, en mi opinión, de que ya para este momento del siglo XXI, está confirmado el carácter histórico de Don Rómulo.


III

En los oficios públicos hay funcionarios de carrera, que despliegan sus actividades laborales cumpliendo con tareas dentro de la estructura del Estado, para asegurar una cierta continuidad de las ejecutorias requeridas para la servidumbre pública más allá de los avatares del llamado juego político. 

Son imprescindibles para la existencia administrativa.

Se trata de una considerable masa de personas que entran y salen de los cargos básicamente por el mecanismo del “nombramiento”.

Independientemente de sus méritos, la gran mayoría de ellos, son olvidados por la burocracia una vez que la abandonan.

¿Quién recuerda, si lo supo alguna vez, el nombre de aquella persona atenta y eficiente que le atendió cuando fue a gestionar su pasaporte, o como se llamaba el Director de rentas en el Ministerio de Finanzas hace dos o tres años?


IV

Entre los electos y los nombrados se cuelan con lamentable frecuencia, para teñirlo todo de inmerecido desprestigio, unos seres despreciables cuyo valor primordial, como opuesto del de la sana ambición, es la codicia.

Suelen asumir posturas casi siempre de estilo barroco con las que pretenden reflejar intereses de la buena política, cuando en realidad están disfrazando sus intenciones fraudulentas.

El poder, en vez de enaltecerlos, los degrada.

Se precipitan al abismo intoxicados por la avaricia y se hacen abusadores perversos, invertidos Midas que trastocan su momento y lo convierten en una tragedia que puede afectar a muchos.

Atropellan todo, dando continuos traspiés de beodos intoxicados por los licores del dinero mal habido y de la fuerza desmedida.

Nunca perduran estos personajes. 

Su “estrella”, de falsa luminosidad, decae muy pronto, casi siempre de manera inconveniente para ellos mismos.


V

En algún momento, mientras los históricos crecen en la memoria de los pueblos y los funcionarios se envuelven en la calidez de la gente agradecida por sus servicios, los corrompidos quedan desnudados y, ya desprovistos de sus disfraces, se diluyen en el detergente del desprecio.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Quién lo iba a creer






I


En 1957 Caracas estaba en ebullición. 
La ciudad que hasta hacía muy pocos años no pasaba de ser una bucólica aldea al pie de una majestuosa montaña, con un envidiable clima fresco que deleitaba durante todo el año, se encontraba sumida en una afanosa actividad de construcciones post modernas y el signo de cada día era el del progreso desarrollista que era impulsado desde las más altas esferas de un gobierno de facto que se había instaurado en 1948.

Era un espejismo.

Debajo de esa pátina de oropeles que transformaba las ciudades en joyas de la arquitectura contemporánea, corría un río tenebroso teñido de opresión.

Eran tiempos de dictadura.


II


El primero de mayo salió a la luz la carta pastoral del Arzobispo de Caracas, Monseñor Rafael Arias Blanco: ”…una inmensa masa de nuestro pueblo está viviendo en condiciones que no se pueden calificar de humanas.”

De acuerdo con la constitución que el propio régimen se dio en 1953 para afianzarse, el 57 sería año electoral.

El clima era de resignación. 

Muy pocos apostaban por cambios significativos en la estructura del gobierno, todo parecía destinado a perpetuarse porque todas las instituciones estaban secuestradas por ese poder, y los opositores estaban en el exilio, en la clandestinidad, en las cárceles o en los cementerios.

Llegando el momento de las elecciones el régimen cambió las reglas del juego y, pasando por encima de su propia constitución, sustituyó las elecciones por un plebiscito que pretendía consultar si el país quería continuar bajo la égida del tirano.

Para evitar contratiempos montó la trampa y cedió a la tentación del fraude, asegurándose una victoria arrolladora.


III


Muchos piensan que la carta pastoral de Monseñor Arias había sembrado una semilla de conciencia ciudadana que comenzó a retoñar aceleradamente hacia fines de ese año, para cambiar el ritmo de la historia venezolana y condenar las apetencias de una dictadura que parecía que sería eterna.

Ya sabemos lo que pasó el 23 de enero de 1958.

 


martes, 30 de enero de 2024

La política y el buen gobierno

 

Fuente PIXABAY


Sé que no se está acabando el mundo, como muchos afirman cuando hablan de la pobre gestión ecológica que venimos haciendo en el planeta.

Veo una ciega vocación suicida en nuestra marcha a consumirnos en la gran hoguera que encendimos para no sé que dioses.

El mundo de los humanos arde por sus cuatro costados, sin que aparezca voluntad para decidir soluciones efectivas, mientras el tiempo corre sin treguas ni garantías.

Simplificando al extremo, hay dos salidas a este asunto: permanecer o desaparecer.

La segunda no me interesa, por la obvia razón de que no hace falta analizar algo para una audiencia de difuntos.

Sobre la primera, sí se me ocurren algunas reflexiones para compartir y ver qué pasa.

Creo que estamos presos de una trampa formidable que nos ciega.

Los humanos nos sentimos conquistadores del planeta y estamos enseñoreados en él debido a que fuimos desarrollando tecnologías efectivas de dominación de la naturaleza; no hemos parado de inventar y hemos creado un ciclo incontenible de avance signado por nuestra capacidad innovadora.

Ese camino ha dejado un rastro de destrucción que no habíamos notado hasta ahora, cuando los instrumentos que hemos diseñado nos dan las alarmas sobre lo que miden.

Estamos consumiendo los recursos vitales para nuestra especie a una rata más acelerada que la capacidad del planeta para renovarlas.

Ya alguna vez dije que creo que la política es la capacidad de conciliar intereses divergentes de forma que puedan convivir en el seno de una sociedad para favorecer el bien común. Veo a los políticos como facilitadores de acuerdos.

Por eso la política busca el poder.

En la constitución del estado va la esencia misma de la procura de los acuerdos en las sociedades complejas, necesitadas de reglas estructuradas y a veces rígidas; además de la capacidad de asegurar el cumplimiento hasta por el uso institucionalizado de la fuerza, si llega a ser necesario.

Si queremos permanecer tenemos que alcanzar los acuerdos que hacen falta y para ello requerimos voluntad política.

Si logramos este primer “momentum” y articulamos el propósito inequívoco de querer permanecer - de preservar nuestra especie - el desafío que le sigue es implementar las acciones necesarias para que todos hagamos lo que es requerido en pro del bien común. Es decir, gobernar para hacerlo posible.

No puede seguirnos cegando nuestra soberbia.

Es un error fatal creer que son buenos gobiernos aquellos que enarbolan soluciones guerreras para atender apetencias territoriales, o de supremacías étnicas, ideológicas o religiosas; o los que plantean que el bienestar es una derivación del crecimiento económico sin limitaciones, o los que se miran el ombligo de las fronteras y las banderas.

A veces caemos en la tentación de depositar la solución de estos asuntos a los organismos multilaterales que alguna vez creamos para debatir sobre los temas más trascendentales, y olvidamos que para llegar a ellos con posiciones relevantes es necesario que los representantes vengan ya impregnados con las ideas de preservación y permanencia, más que urgidos de la necesidad de reafirmar convicciones localistas.

Me parece que el buen gobierno es el que da predominancia a la búsqueda de acuerdos que nos aseguren prosperidad sin poner en riesgo el porvenir. 

El desafío para los políticos es alcanzar el poder sobre esas bases y creo que la clave de ello es envolver la idea de prosperidad con un empaque que atraiga a todos, haciendo ver que el único progreso que tiene sentido es el que nos asegure la supervivencia.

Necesitamos paz, conciencia ecológica y equidad.

Necesitamos permitir que la humildad prevalezca.

sábado, 23 de diciembre de 2023

60 años de Rayuela


                                                        

I Huellas


Hay huellas hondas y superficiales.

Son hitos que marcan nuestra marcha y la moldean definiendo la dirección que toma en cada turno de cambio en el tiempo.

Todos podemos hablar de los eventos que han definido, pacientes, el mapa de lo que vamos siendo.

El mordisco agresivo de la primera sutura, una mujer llamada Yolanda, la avenida Caurimare, Rayuela; donde me quiero detener.    


 II Rayuela


Rayuela es rotunda.

Por los tiempos en que llegó a mis manos, en algún momento de los años setenta, yo era un lector ávido, fascinado por la literatura latinoamericana, embrujadora  y seductora.

Fue un asombro.

La convocatoria a la liberación del lector, el permiso expreso a visitar las páginas en el orden que le viniera en gana.

Un par de caminos sugeridos; nada más.

Supongo que como a la gran mayoría esa guía signó las dos primeras lecturas, que nos llevan a descubrir que es una fuente infinita.

Lo humano universal, la Paris de los hijos de la guerra y del mayo francés. El jazz como telón de fondo.

La aventura que es la vida, a través de la historia caótica de Oliveira y La Maga.

El capítulo siete.

Una ventana para asomarse a la escritura con genialidad.


 III Cortázar


Escritor de cuentos fantásticos.

Cortázar me llega como un gigante tímido envuelto, quizás, en pasiones tormentosas.

Alguna vez le escuché que escribía siempre, en cualquier parte, con cualquier cosa.

Imagino que después, en soledad, armaba sus rompecabezas mágicos.

Creo que se sabía un gran escritor y que aprovechó ese brillo para fundirse con las causas que consideró nobles, y apoyarlas con tesón inquebrantable.

lunes, 6 de noviembre de 2023

Desgloses…

 


I. Fanatismos genocidas



                                  Anas Baba / AFP via Getty Images      


Viendo fotografías puede uno confundirse.

Todo parece apacible, con luces juguetonas haciendo rayas y arabescos caprichosos sobre la ciudad.

No es así.

Cada haz de esas luces es emisario de destrucción.

Al tocar la tierra esparcirán una forma material del odio, que creará caos y sumirá a la gente en el mayor desconcierto.

Unos atacan primero, para arropar la ignominia con la dudosa ventaja de la sorpresa.

Los otros atacan después, arropándose con el dudoso argumento de la defensa propia.

Todos cobran su ira en civiles indefensos.

Mueren por millares, físicamente; y las trazas de muertes interiores se contarán por millardos.

No hay justificación para nadie, ¡ni para quien ataca, ni para quien toma represalias!


II. Inteligencia artificial


                                                                                     Limitless Visions - stock.adobe.com


No se si será bueno o no, pero será inevitable.

Hemos avanzado mucho en el desarrollo de nuestros conocimientos y en las formas de llevarlos a la práctica.

Es la determinación de nuestra especie.

Ha pasado antes, que cuando se concretan las invenciones, sus usos escapan de los propósitos de sus creadores y toman vida propia.

El destino queda en manos de quienes aprenden a dominar las nuevas herramientas, y de sus intenciones…


III. “Now and then”

Courtesy of The Beatles


Y de esas cosas del tiempo y los avances del saber y la tecnología, emerge la magia.

Imagino a Lennon, incansable compositor, en la intimidad de su estudio.

Graba un cassette que, no lo sabe, será lanzar una botella al mar.

La última…

Y la botella deriva por el mar del tiempo, para llegar a las manos correctas de sus compañeros de una etapa de su viaje increíble.

Tuvieron que traer también a George de vuelta, para que todo tuviese sentido.

Y lo hicieron.

Cuarenta y tantos años después, dos fallecimientos después, nos llega un fresco sonido, de canción de estreno.

¡Que maravilla!

https://www.youtube.com/watch?v=Opxhh9Oh3rg




domingo, 2 de julio de 2023


Posición adelantada



En el deporte hay reglas. Competir tiene sentido porque se sabe que existen unas normas que igualan las posibilidades de los contenedores.
Son fórmulas de equidad, que hacen posible la competencia en términos manejables para todos.
Si se quebranta una regla, el transgresor es sancionado en una forma que persigue, según la magnitud de la falta, volver a equilibrar el juego.
Los árbitros, hacen esa labor.
En las sociedades contemporáneas, las que se rigen por los códigos occidentales, sucede en política, lo mismo que referimos sobre el deporte.
Hay unas reglas para competir, y hay un árbitro: el pueblo.
Me parece muy interesante el evento más reciente y, quizás, escandaloso de la política venezolana.
Me refiero a la inhabilitación de la candidata a unas primarias, convocadas por partidos de un sector de la oposición al gobierno, intentando obtener la nominación de un aspirante unitario para las elecciones presidenciales de 2024.
Porque hasta este momento, eso es lo que era María Corina Machado, una aspirante en un proceso que, aunque público y abierto, no es, ni oficial -en el sentido de representar un hecho que deba movilizar acciones en el plano institucional de la nación-, ni vinculante.
Sin embargo, por algún inconcebible motivo, el gobierno, del que ya tenemos hartas demostraciones de intemperancia y soberbia operativa, decidió mover sus piezas para intentar inhabilitarla, nada menos que por quince años; lo que podríamos llamar una “ejecución extrajudicial política”.
¿Por qué? ¿Para qué?
Vaya usted a saber.
Pero, a mi juicio, se trata de una jugada en posición adelantada, la cual, como se sabe, no es válida y, por lo tanto, cualquier punto que genere, quedará anulado, por el árbitro…
Usualmente las jugadas en posición adelantada son de último recurso para un equipo que se siente perdedor e intenta un lance desesperado.
Pero, de nuevo, ¿qué llevó a los estrategas del gobierno a tirar esa parada, tan tempranamente?
¿Qué sabrán ellos sobre las posibilidades específicas de esta candidata a las primarias, que no sabemos nosotros?
El error táctico que  percibo tiene que ver con la subestimación del arbitro que, ahora, debe decidir una sanción. 
Porque, ¿qué pasaría si, superando cualquier diferencia de visión, todos concurrimos a las primarias opositoras, no ya para escoger entre varios aspirantes, sino para mostrar nuestro rechazo a la arbitrariedad, y votamos unánimemente por la inhabilitada?
¿Qué podría hacer un gobierno ante una avalancha como esa?
Me lo estoy preguntando…